Relación entre salud mental y salud física
La salud mental es un factor relevante para el bienestar general de una persona. Las personas con un alto bienestar psicológico suelen incorporar en su estilo de vida diario hábitos saludables, como una buena alimentación, evitar el consumo de sustancias nocivas, realizar ejercicio regularmente, leer de forma diaria o semanal, y consumir suficiente agua. Todos estos aspectos no solo impactan positivamente en la salud mental, sino también en la salud física y el bienestar general del individuo. Un desequilibrio en la salud mental puede contribuir al desarrollo de enfermedades como el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y problemas en el sistema inmune.
El deterioro de la salud mental generalmente se produce debido a factores acumulativos, como la presencia de factores de riesgo y la falta de factores protectores. Estos factores pueden transformar una condición de salud mental estable en una situación de mayor vulnerabilidad, la cual puede empeorar progresivamente si no se aborda a tiempo. Los factores que contribuyen al deterioro de la salud mental son variados, y algunos pueden parecer insignificantes si no se les da la atención adecuada desde etapas tempranas. Estos factores incluyen aspectos genéticos, biológicos (como desequilibrios químicos o cambios hormonales), y factores externos como experiencias traumáticas desde la infancia, el entorno ambiental, el estilo de vida, las relaciones interpersonales, un entorno laboral hostil, la falta de acceso a atención médica y psicológica o factores económicos.
Independientemente de la causa subyacente del deterioro de la salud mental, es crucial buscar ayuda si no se cuenta con los recursos o el apoyo adecuado para abordar el problema de manera oportuna. Una vez identificadas las causas y los síntomas, es importante tomar medidas para prevenir daños irreversibles tanto en la persona afectada como en su entorno.
Estrategias para el cuidado de la salud mental
Existen diversas formas de mejorar la salud mental e incluso prevenir su deterioro. Es importante recordar que no siempre es necesario enfrentar estos procesos solo, ya que el apoyo social es fundamental en este camino.
Hábitos: Establecer hábitos saludables es clave para mantener una buena salud mental y física, especialmente en la prevención de enfermedades. Es importante reconocer qué hábitos nos benefician y cuáles no. Hoy en día, contamos con numerosas herramientas, como aplicaciones móviles, que nos ayudan a crear, desarrollar y mantener hábitos positivos para nuestra salud.
Alimentación: Cuando alimentamos nuestro cuerpo con los nutrientes necesarios, no solo mejoramos nuestra salud física, sino también nuestro estado de ánimo. Una buena nutrición proporciona energía para realizar las actividades diarias, reduce la ansiedad y el estrés, y permite que el organismo responda de manera más eficaz a los posibles factores estresantes.
Descanso: El descanso es tan vital como la alimentación. Si el cuerpo no recibe el descanso necesario (aproximadamente 7 u 8 horas de sueño), no funciona de manera óptima, afectando tanto la salud física como mental. La falta de sueño puede generar irritabilidad, mal humor e incluso aumentar la vulnerabilidad a la depresión.
Ejercicio: La actividad física diaria es fundamental para el bienestar general. Además de mejorar la salud física y mantener una buena apariencia, el ejercicio tiene efectos positivos sobre el estado de ánimo, mejora la claridad mental, aumenta la energía y reduce los niveles de estrés y depresión.
Meditación: La meditación ofrece numerosos beneficios tanto físicos como mentales. Entre sus efectos positivos se incluyen la mejora y control de los síntomas de enfermedades como el asma y la depresión, la mejora de la calidad del sueño, el fortalecimiento de la memoria y la capacidad de retención, así como la reducción de la fatiga muscular. Además, promueve la activación del sistema nervioso parasimpático, disminuyendo la producción de cortisol (hormona del estrés) y reduciendo la frecuencia cardíaca y la presión arterial.
Interrelaciones personales: Mantener relaciones saludables con los demás favorece un mejor estado de ánimo y comunicación. El apoyo social es esencial para protegerse del estrés, y contar con buenos vínculos familiares, de amistad o en grupos de apoyo contribuye a reducir la presión emocional y fomenta la conexión social.
Mantener una actitud positiva: Adoptar una perspectiva positiva ante las adversidades es fundamental. Mantener una actitud optimista permite encontrar soluciones, equilibrar las emociones negativas con las positivas y saber cuándo es necesario desconectarse de fuentes de información negativa (noticias, chismes, personas tóxicas). Además, es crucial evitar compararse con los demás.
La gratitud: Aunque a veces se subestima, el acto de agradecer es sumamente beneficioso para la salud mental. Ser agradecido, ya sea por lo mucho o lo poco que tengamos, libera energías positivas y genera una sensación de paz y tranquilidad. Practicar la gratitud diariamente nos permite ver la vida desde una perspectiva diferente.
La lectura: Incluir la lectura en nuestra rutina diaria tiene beneficios significativos para la salud, especialmente para el cerebro. La lectura estimula la imaginación y la empatía, mejora funciones cognitivas como la concentración y la memoria, y ayuda a reducir el estrés al liberar neurotransmisores como la dopamina y la oxitocina. Además, la lectura regular contribuye a la reserva cognitiva, lo que puede ayudar a prevenir enfermedades cerebrales en la vejez, retardando los síntomas de demencia.
Recomendaciones
Aunque en el pasado la salud mental no recibía la atención que merecía, hoy en día se le está dando la importancia y promoción que requiere. Cuidar de nuestra salud mental es tan fundamental como cuidar de la salud física, ya que nos ayuda a enfrentar el estrés, mantenernos saludables, establecer buenas relaciones interpersonales y realizar nuestras tareas diarias de manera productiva.
Mantener una buena salud mental y física contribuye a vivir la vida con plenitud. Cuando nuestra salud mental es sólida, podemos recuperarnos más fácilmente de los reveses de la vida, conectarnos con nuestros seres queridos y disfrutar de los momentos con alegría.
En algún momento, todos enfrentamos situaciones difíciles, como dolor, duelo, pérdida, agotamiento o cambios repentinos. Es en esos momentos cuando se forma la resiliencia, ya que nos obligan a tomar decisiones difíciles: quedarnos paralizados o buscar una manera de superar la adversidad. Mantener una buena salud mental y física nos capacita para afrontar los retos de la vida.
Si en algún momento sientes que algo no va bien o que hay un desequilibrio que te impide estar tranquilo, no dudes en buscar ayuda. La intervención temprana, con el apoyo adecuado de profesionales, marca una gran diferencia. Cuando recibimos ese apoyo, todo puede cambiar.